Por: Lic. Yadira García Montero
Hace un año escribí sobre el día de la mujer exhortando a unir esfuerzos por lo necesario que era -y es- luchar contra la violencia a la mujer. En ese momento hacía un reconocimiento a las instancias de apoyo a la mujer y sin lugar a duda, mis expectativas sobre la respuesta de la sociedad a este grave problema eran altas. Un año después vuelvo a escribir por al Día de la Mujer, lamentando y alegrándome, por las razones que mencionaré.
Con el objetivo de percatarnos de la magnitud de este problema y de la evolución de la lucha contra el mismo, mencionaré el origen de este día. Desde 1975, el día 8 de marzo de cada año, se conmemora el “Día Internacional de la Mujer”. Sin embargo, esta idea surge desde casi 100 años antes y esta lucha muestra sus inicios en la antigua Grecia, como un intento de poner fin a la guerra por medio de una huelga sexual contra los hombres; mientras que en la Revolución Francesa las mujeres marcharon exigiendo el sufragio femenino y en el marco de la 58 Sesión de la Comisión sobre la Condición y Social de la Mujer (CSW58) tuvo como tema central la aplicación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para las mujeres y las niñas en 2014. (ONU, 2019)
45 años después de que se comenzara a conmemorar el “Día de la Mujer” el problema es más alarmante de lo que imaginamos y la lucha continúa. No me cansaré de mencionar las cifras de violencia contra la mujer porque de alguna manera tenemos que transformar esas cifras en lucha para que se erradique ese problema. Según las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el comunicado de prensa del 21 de noviembre de 2019, 10 mujeres mueren diariamente por agresiones intencionales.
Este año hemos decidido conmemorar el “Día de la Mujer” de forma diferente. A manera de protesta por el hartazgo que vivimos, el lunes 09 de marzo, muchas mujeres hemos decidido no acudir a trabajar, no salir a las calles, no comprar, no consumir, permanecer en casa simulando una desaparición, una de esas tantas desapariciones que ocurren todos los días en este país y que dejan una dolorosa huella en tantas personas que son víctimas de estas situaciones, mientras que algunas autoridades destacan por su indiferencia.
Es sorprendente escuchar al presidente de México pretender iniciar ese día la venta de sus absurdos cachitos de lotería, o retractarse diciendo que no sabía que ese día sería el paro. ¿Qué es lo que tiene que pasar para que nos demos cuenta de la gravedad de este asunto? ¿Hasta donde tenemos que llegar para que se dejen de omitir deberes y responsabilidades?
El 9 ninguna se mueve es motivo de orgullo -para quienes luchan por esta causa-, incentivo para apoyar esta lucha -para todos- por la situación que vivimos y motivo de vergüenza para todos los que permanecen de brazos cruzados ante esta situación, o, peor aún, buscan entorpecer la lucha.
Es momento de romper los esquemas, de cambiar las ideas de estereotipos o las costumbres que resultan nocivas para nuestra sociedad. El 9 ninguna se mueve y espero que el 9 muchos hombres se muevan a trabajar en lo que sea necesario de su masculinidad o cualquier conducta que pueda fomentar la violencia contra la mujer. Este 9 hará historia sí y solo sí cada persona se responsabiliza de sus actos.