La desigual cobertura del “MeToo”

Por Rodrigo Pérez Téllez

No soy experto en género ni en feminismo, sin embargo, me parece que en lo que respecta al campo en el que me encuentro formando a nivel posgrado, puedo emitir algunas reflexiones en torno a un fenómeno que se suscitó hace algunos días y que se transversaliza con los medios de comunicación y las redes sociodigitales, me refiero al movimiento feminista MeToo.

La violencia de género, en todas sus manifestaciones, son conductas, hábitos y acciones que desgraciadamente han configurado la cultura mexicana a lo largo de la historia, en donde el hombre, ha ejercido su poder coercitivo sobre las mujeres en matices que van desde el cómo deben vestirse, comportarse, qué y cuando deben hablar, hasta actos tan reprobables y nefastos como el sometimiento contra su propia voluntad, el abuso, la violación y el feminicidio.

Es en este contexto sociocultural donde la globalización ha permitido que cualquier persona con acceso a la Web se conecte e interactúe con otra superando las barreras espacio-tiempo, generando así un nuevo espacio público en donde diversos temas confluyen, se discuten y a partir de ello se conforman comunidades y movimientos virtuales, que en ocasiones han logrado extenderse a los espacios públicos físicos, principalmente para luchar por diferentes causas sociales.

Esto lo pudimos constatar recientemente con el movimiento feminista MeToo, que adquirió relevancia nacional en Twitter al visibilizar cientos de casos de acoso sexual y violencia de género ejercidas principalmente por artistas, escritores y académicos hacia mujeres, los cuales fueron denunciados de manera anónima y evidenciados a través de las propias cuentas de dicho movimiento que, en cuestión de horas, los casos se viralizaron y escalaron en gran magnitud.

Es aquí donde este tema se convirtió en coyuntura nacional en redes sociodigitales, por lo que los medios de comunicación nacionales e internacionales focalizaron sus agendas en darle cobertura a este movimiento, sin embargo, esta fue desigual respecto a qué y cómo daban la cobertura de éste.

Por ejemplo, medios de comunicación extranjeros, tanto digitales y tradicionales, como El Clarín (2019) e Infobae (2019) de Argentina; BBC Mundo, de Londres, Inglaterra (2019); New York Times (2019) y CNN de Estados Unidos (2019); El País, de España (2019); así como Le Monde de Francia (2019), dedicaron espacios, crónicas, reportajes y artículos de opinión que van desde el nacimiento y antecedentes, evolución y cumbre del movimiento, principales gremios denunciados, la reacción de los mismos, así como la relevancia e importancia social y cultural del mismo.

En cuanto a los medios de comunicación tradicionales de México (El Universal, Excélsior, Milenio, El Sol de México, por mencionar algunos) la cobertura fue diferente: aquellos medios que cuentan con plataformas web dedicaron gran parte a discutir y criticar el movimiento con artículos de opinión, aunque también hicieron algunas menciones someras de éste con algunas notas periodísticas, mas no profundizaron en las denuncias,; sin embargo, en espacios tradicionales como radio y televisión, focalizaron su cobertura más en el suicidio de Armando Vega Gil tras una denuncia anónima realizada en la cuenta de Twitter “MeTooMúsicos”, que en el propio MeToo.

Respecto a medios de comunicación digitales de México la cobertura fue amplia y diversificada, con un espectro que implican productos informativos como notas periodísticas, artículos de opinión, crónicas, reportajes y material audiovisual que van desde el surgimiento del movimiento, sus antecedentes, la evolución, su ascenso en redes sociodigitales, las diferentes cuentas denunciantes, los principales gremios denunciados, las consecuencias sobre los denunciados, el suicidio de Armando Vega Gil y su relación con el movimiento, la presión de la opinión pública tras este acontecimiento, por mencionar algunos.

En síntesis, se puede constatar algo a partir de este movimiento social y virtual: los medios digitales están marcando no sólo las nuevas agendas mediáticas, sino también las nuevas formas de dar cobertura, generar novedosos productos periodísticos y propiciar la discusión entre las nuevas audiencias; mientras que en el caso de medios tradicionales, se han volcado solamente a fomentar una discusión en las nuevas y viejas audiencias sobre un determinado movimiento social a partir de la percepción y visión de sus editorialistas, más no cómo tal de las propias aristas que componen los movimientos.

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